sábado, 12 de febrero de 2011

De la razón y los sentimientos.


Antes de adentrarnos plenamente en la cuestión, dejaremos claros cuales son los términos que vamos a tratar. En primer lugar, como razón entenderemos la capacidad del ser humano para pensar, elaborar conceptos y juicios mediante la argumentación. Dentro de los sentimientos, distinguiremos varios tipos. El primer grupo estará formado por los sentimientos que llamaremos primarios. Éstos serán los sentimientos que son cambiantes como la tristeza, la alegría, la pasión, etcétera, y las apetencias. El segundo grupo estará formado por los sentimientos secundarios, que son duraderos y propios de cada persona, los que tienen que ver con nuestros gustos. Éstos son, por ejemplo, la atracción por una profesión, el amor o las ideas políticas, etc. Por último, separaremos un sentimiento del resto. Este sentimiento es el bienestar, la felicidad. Lo llamaremos sentimiento ideal.

Las afirmaciones que se defenderán en este escrito serán las presentadas a continuación.
El deseo del sentimiento ideal es el que mueve todas las acciones y también la razón. En segundo lugar, para ser libres y tomar las decisiones deseadas debemos subordinar los sentimientos primarios a la razón. Por eso, debemos de tener cuidado a la hora de tomar decisiones urgentes porque nos solemos dejar llevar por ellos. En tercer lugar, los sentimientos secundarios deben ser tomados en cuenta por la razón para poder alcanzar el sentimiento ideal. Por otro lado, mediante la razón podemos llegar a conclusiones que cambien nuestros sentimientos. Por último, la razón no siempre entenderá todos los sentimientos, pero si que debe actuar, de una forma u otra, con ellos.
Nada tiene lugar sin que el ejecutante de la acción o el pensamiento tenga la intención de alcanzar el bienestar, ya sea para él, para otro, o para un grupo. Es decir, siempre que un hombre hace algo o deja de hacerlo, lo hace con la intención de alcanzar un beneficio. Esto es común para todos los animales y para todos nosotros, aunque en el caso animal lo que buscan es la supervivencia de la especie. La controversia surge porque cada uno tiene un concepto de la felicidad y el bienestar. La sociedad, debe establecer mediante el acuerdo de la mayoría de sus integrantes un ambiente en el que cada uno pueda alcanzar su bienestar personal, su felicidad.

Un individuo no puede ser libre ni tomar las decisiones adecuadas si su voluntad está subordinada a lo que siente en cada momento, a lo que le apetece. Si un hombre hace únicamente lo que le apetece, carecerá de libertad. Esto es porque los que decidirían por el serían sus sentimientos y no él mismo. Esto sucede porque una persona no tiene la capacidad de decidir su forma de sentirse en cada momento, ni, por lo tanto, tampoco sus apetencias. Además, podemos llegar a tomar decisiones equivocadas. Por eso, estos sentimientos tienen que ser subordinados a la razón. También es cierto que mediante la razón podemos llegar a la conclusión de que tenemos que hacer alguna actividad para acabar con un sentimiento malo o para saciar nuestras apetencias. Debemos de tenerlos en cuenta siempre que vayamos a hacer algo que pueda afectar a otras personas. En este caso, lo que tendremos que hacer será ponernos en el lugar del otro e intentar no causarle ningún sentimiento negativo, ya que turbaríamos su bienestar.

Los sentimientos secundarios son los que se basan sobre todo en los gustos de cada uno. Son los sentimientos que varían de una persona a otra. A la hora de razonar sobre algo que nos afecte debemos de pensar en este tipo de sentimientos para saber que tipo de sentimientos primarios se pueden dar en nosotros con cada una de las elecciones posibles.

Pondremos un ejemplo que resuma los tres párrafos anteriores. Si una persona está decidiendo que bachillerato coger y se deja llevar por sus apetencias le será muy difícil decidirse y seguramente se equivoque. ¿Por qué? Porque un día verá a un bombero en la calle y le apetecerá ser bombero, al día siguiente oirá hablar sobre los arquitectos y querrá ser arquitecto y así con todas las opciones que se le presenten. Sin embargo, si actuara mediante la razón, teniendo en cuenta sus sentimientos secundarios y las distintas circunstancias que puedan darse, le será más fácil tomar la opción correcta y, por lo tanto, le será más fácil alcanzar el sentimiento ideal.
Mediante la razón podemos llegar a descubrir nuevas formas de ver las cosas, y esto nos puede llevar a cambiar nuestros sentimientos secundarios o nuestra forma de ver el sentimiento ideal. Por ejemplo, en política. Puede ser que pertenezcamos a un partido y que siempre le hayamos apoyado, teniendo como modelo de bienestar el modelo que el partido propone. Pero puede ocurrir que un día descubramos un nuevo partido y que, reflexionando sobre él cambie nuestra inclinación política y pensemos que antes estábamos equivocados.

Por último, muchas veces no podremos entender porque sentimos una cosa u otra mediante la razón. Pero, la razón no debe dejar de actuar respecto a ellos. Los sentimientos primarios tiene que seguir subordinándolos, los secundarios los tiene que seguir teniendo en cuenta y tiene que seguir intentando alcanzar el sentimiento ideal. Si se trata de un sentimiento que nos perjudique y que no cese, como depresión, sí que debemos indagar e intentar entender de dónde proviene ese sentimiento.

En conclusión, lo importante no es tanto que la razón entienda los sentimientos sino como actúe respecto a ellos.

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