jueves, 9 de diciembre de 2010

Disertación Filosófica: “¿El conocimiento puede conducir a la felicidad?”

Antes de adentrarnos plenamente en el asunto, definiremos cuáles son los términos que vamos a tratar. Sobre qué es la felicidad se han hecho muchas conjeturas y reflexiones, pero ahora no vamos a deliberar sobre ello. Nosotros, vamos a definir la felicidad como un estado de ánimo que se produce en la persona cuando cree haber alcanzado una meta deseada y buena. Tal estado, propicia paz interior, un enfoque del medio positivo, al mismo tiempo que estimula a conquistar nuevas metas. Es definida como una condición interna de satisfacción y alegría. Como conocimiento entenderemos el ser consciente de algo. Vamos a distinguir cinco tipos de conocimiento y, luego, vamos a reflexionar sobre si cada uno de ellos nos puede llevar a la felicidad o no, o si no guardan relación.
El primer tipo de conocimiento del que vamos a hablar es el conocimiento de las cosas científicas, de los objetos reales (son los conceptos que pretenden ser representaciones de la realidad pasada, presente o futura. A través de ellos conocemos las cosas.). Estos conocimientos son los adquiridos mediante el estudio de la física, la historia, la biología, etc. (ciencias en general, ya sean naturales o humanas). Dentro de estos conceptos podemos distinguir dos subtipos, los que llamaremos antropológicos (del comportamiento del hombre) y los que denominaremos no antropológicos.

Los no antropológicos son los que no son referentes a los comportamientos de las personas. Dentro de este grupo encontraremos los conceptos correspondientes a las ciencias naturales (biología, física, química…) y a algunas humanísticas (el estudio de las lenguas, etc.). Este tipo de conocimientos son independientes al comportamiento del hombre. Por ejemplo, una manzana cae hacia abajo por la acción de la gravedad, independientemente de que el hombre que zarandea el manzano tenga buenas o malas intenciones. Si el hombre zarandea el árbol para poder comer y alimentar a su familia, la manzana cae hacia abajo por la acción de la gravedad. Si el hombre zarandea el árbol porque quiere robar las manzanas para que el dueño del frutal no pueda comer, la manzana sigue cayendo hacia abajo por la acción de la gravedad.
El conocimiento de estas leyes puede hacer feliz a la persona en el momento del descubrimiento, ya que se alegra de saber algo nuevo. También puede producir tristeza tras descubrirlas si creíamos que era algo distinto y nos damos cuenta de nuestra equivocación. Más allá del descubrimiento, estos conocimientos pueden ser utilizados como medio para crear cosas (máquinas, etc.) o hacer nuevos descubrimientos. En este caso nos produciría felicidad por diversas razones, por ejemplo, la satisfacción de haber empleado bien nuestro tiempo; pero esta felicidad ya no estará producida por el conocimiento primero en sí, si no por lo que hemos conseguido mediante él.
Por lo tanto, estos conocimientos nos producirán felicidad exclusivamente cuando los descubramos. Será una felicidad efímera, pero nos pueden servir para llegar a una felicidad más duradera utilizándolos para hacer nuevos descubrimientos.

Los antropológicos son los que conciernen al comportamiento humano. En este modelo de conocimientos podemos encontrar las ciencias humanas sobretodo (historia, psicología, etc.) Este grupo de conceptos no son independientes del ser humano en su totalidad. Por ejemplo, la historia depende, muchas veces de las circunstancias, pero, la mayoría de veces, dependen de la actitud de los hombres. Por ejemplo, la desaparición de Pompeya en la antigüedad es causada por un fenómeno de la naturaleza (la erupción del Vesubio), no por un saqueo de unos enemigos o por la voluntad de sus habitantes. Sin embargo, mayoritariamente, los hechos históricos son fruto de las actitudes, representadas en las decisiones tomadas, de las personas. El hecho de que la democracia triunfara en España es el fruto del esfuerzo de muchas personas que lucharon por ello, no tiene nada que ver con que en España llueva más en el norte que en el sur o que las plantas lleven a cabo la fotosíntesis.
El conocimiento de estos conceptos nos afecta más. Estos conocimientos nos pueden conducir a la felicidad, o a la infelicidad, o al odio, dependiendo de nuestra actitud ante ellos. Si somos personas optimistas, por lo general, nos llevarán a la felicidad o, al menos, a la esperanza en el futuro. Si somos pesimistas, frecuentemente nos llevarán a la infelicidad, al odio o a la pérdida de la fe en la humanidad. Pongamos por caso, la historia del siglo XX. Una persona optimista se daría cuenta de que ha sido un siglo lleno de enfrentamientos, pero se fijaría más en que durante este siglo, los logros han sido muchos (avances científicos, triunfo de las democracias, por lo general, reconocimiento de las libertades y los derechos de las personas, generalmente también, etc.) Será una felicidad duradera. Entonces, esta persona tendrá fe en la humanidad, y eso, le producirá felicidad o, al menos, le ayudará a ser feliz, sobretodo en lo referente a la convivencia con los demás. Si alguien es pesimista dirá de que, a pesar de los logros, el hombre sigue siendo egoísta en la actualidad y resaltará los aspectos negativos (guerras, totalitarismos…). Esto le llevará a tener una mala visión del género humano, y, por lo general, será un impedimento para su propia felicidad.
Por consiguiente, los conceptos a los que hemos llamado objetos reales antropológicos, nos podrán llevar a la felicidad o no, dependiendo de nuestra interpretación de éstos. También, al igual que los objetos reales no antropológicos, nos pueden servir de medio para la felicidad; por ejemplo, si somos optimistas, puede que nos lleven a tener fe en el género humano, esto nos puede ayudar en nuestra vida cotidiana y, junto con otros factores, hacer que seamos felices. En este caso, nos harían felices en el descubrimiento solamente. Esta felicidad será pasajera en el inicio y nos podrá llevar a una felicidad prolongada.

El segundo tipo que trataremos son los llamados objetos ideales (son producto de nuestra inteligencia o nuestra imaginación, no existen físicamente, sino que dependen de nuestro pensamiento.)Corresponden a la lógica, las matemáticas, las teorías, etc. Con estos conceptos pasa algo similar a lo que pasa con los objetos reales que hemos llamado antropológicos. Nos pueden hacer felices en el descubrimiento, y luego servirnos de medio para conseguir una felicidad más durable.

El tercer tipo sobre el que vamos a deliberar va a ser el referente al comportamiento de las personas (lo llamaremos antropológico puro) y a la vida(entendida como el conjunto de los sucesos que nos ocurren y lo relacionado con ellos (dificultades, facilidades, circunstancias, etc.))Al conjunto de ambos (comportamientos humanos y vida) le llamaremos mundo.
Hay quien asegura que en la ignorancia de estos conocimientos es más fácil ser feliz, ya que se ignoran cosas terribles sobre el mundo (dificultades en la vida, egoísmo, etc.). Por lo tanto, cuando una persona aprende y disminuye su ignorancia, conoce todo el mal y, por consiguiente, disminuye también su felicidad. Según esta teoría, el conocimiento nos llevaría a conocer las cosas malas del mundo y, en consecuencia, nos conduciría a la infelicidad. Las personas que defienden esta postura, evidentemente, tienen una mala visión del mundo, de la vida y de los hombres. Suelen ser personas que tan sólo ven los aspectos malos de las cosas y no intentan buscar lo bueno de éstas, son pesimistas. Como aseguran que la vida está llena de problemas, de más cosas malas que buenas y, que la humanidad se guía por sentimientos egoístas (homo homini lupus est (significa: “el hombre es un lobo para el hombre”. Teoría defendida por Thomas Hobbes.)), piensan que en la ignorancia sobre la vida y los comportamientos de los hombres reside la felicidad. El que se aventura a investigar, y, sobretodo, a reflexionar sobre el mundo, se verá abocado a darse cuenta de que el mundo es dañino, que, en su esencia, todo (o casi todo) se rige por el mal y, en consecuencia, estará destinado a la infelicidad. El principal argumento de esta teoría es que el mundo es malo y conocer sobre él significa darse cuenta de ello y nos conduce a no ser felices.
Si tenemos una buena visión del mundo, si pensamos que las cosas buenas superan a las malas, si creemos que la humanidad puede hacer grandes prodigios y que la vida es maravillosa, esta teoría no encaja con nosotros. El tener una buena visión de las cosas nos lleva a pensar que contra más conocimientos tengamos, más nos daremos cuenta de que, a pesar de que el mundo no es perfecto, pero contiene cosas estupendas. Pensaremos, por tanto, que conocer muchas cosas, nos lleva a la felicidad, porque de esta forma apreciamos lo grande que es el mundo.
Entonces, al igual que con los llamados objetos reales antropológicos, todo depende de la visión que tengamos del mundo. Si tenemos una visión pesimista, creeremos que el conocimiento nos lleva a la infelicidad. Si, por el contrario, miramos al mundo con optimismo, pensaremos que el conocer nos conduce a la felicidad.
Los pesimistas pensarán que lo mejor sería ser niño siempre para poder ser feliz toda la vida. Los optimistas pensaremos que madurando, podemos descubrir grandes maravillas.

Sigamos con el cuarto tipo. Este tipo de conocimiento es el conocimiento de cosas que nos afectan directamente. Está relacionado, en parte, con el tercer tipo de conocimientos. Es el conocimiento de cosas que nos ocurren (buenas y malas) y que no podemos cambiar.
Por ejemplo, ¿qué pasaría si somos familiares de alguien importante al que admiramos o si nos toca la lotería? ¿Sería bueno el conocimiento? ¿Sería buena la ignorancia? Está claro que la ignorancia no sería buena. En este caso, el conocimiento de algo que nos afecta involuntariamente y que es bueno nos conduce a ser más felices. La ignorancia no nos beneficiaría, aunque tampoco nos haría menos felices.
Pero, ¿qué pasa si es el mal el que nos afecta directamente? ¿Sigue siendo bueno el conocimiento? ¿Es mejor la ignorancia? Pongamos por caso, que a una persona de treinta años le comunican que a su madre de setenta le han descubierto un cáncer terminal y, dejan en su mano la decisión de comunicárselo o no. ¿Qué sería lo mejor para la felicidad de la madre? En este caso, el conocimiento, raramente, llevaría a la persona a la felicidad. Puede llevar incluso a la infelicidad. En cualquier caso, la madre tiene derecho a estar informada sobre su estado, y eso es más importante que la felicidad; por consiguiente, el hijo debería comunicárselo.

El quinto tipo de conocimiento, es el conocimiento de lo que debemos hacer en la vida, de lo que nos hará felices completamente, lo que nos llevará a la felicidad más duradera. Es lo que llamamos vocación.
Cada hombre tiene una psicología distinta, una forma de ser. El descubrimiento de cómo poder llevar esta forma de ser a nuestro estilo de vida, nos proporciona una felicidad duradera y perenne.
Si somos católicos, creemos, además, que Dios ha pensado en cada uno de nosotros para desempeñar una tarea en el mundo, es la vocación vista desde el punto de vista religioso. Descubrir que es lo que Dios quiere de nosotros y ponerlo en práctica, nos llevaría a la felicidad plena, ya que hemos sido creados para ello.
Al igual, que un libro sería infeliz cumpliendo las funciones de un pisapapeles, nosotros no somos felices si no descubrimos nuestro sitio. El libro perfectamente puede funcionar como pisapapeles, pero está llamado a ser algo más, a transmitir conocimientos. Al no estar cumpliendo su función verdadera, no es feliz. Del mismo modo, si tenemos vocación de algo y hacemos otra cosa no somos felices. Si realizamos nuestra verdadera vocación, alcanzaremos la verdadera felicidad.
En este caso, el conocimiento nos hace felices si lo ponemos en práctica. Además esta es la felicidad más duradera, es para toda la vida si nos esforzamos bien en alcanzar este tipo de conocimiento.

El conocimiento, generalmente, nos puede conducir de una manera u otra a la felicidad. En el primero, segundo y tercer tipo, en su descubrimiento y cuando lo utilizamos como medio para descubrir otros conocimientos. Estos tipos de conocimiento nos harán felices o no dependiendo de nuestra actitud (optimista o pesimista). En el cuarto caso, nos hace felices la primera opción (si descubrimos algo bueno) y nos hace infelices la segunda (si descubrimos algo malo). Estos cuatro tipos de conocimiento nos llevarían a la felicidad en momentos puntuales de nuestra vida; por lo general, no es una felicidad duradera. El quinto tipo de conocimiento sí que nos lleva a una felicidad plena y duradera. Pero, también es el más difícil de alcanzar, por lo general. Es sobre el que más debemos deliberar y no suele ser evidente.

Así que, el conocimiento sí que nos puede conducir a la felicidad.

Nota: Es una disertación hecha mediante generalizaciones. Pero es muy complicado hacerlo de otra forma, ya que, muy inusualmente, se pueden hacer reglas generales en lo referente al hombre.

Mateo Gandía Barceló

6 comentarios:

  1. Espero que Heriberto te ponga la nota que mereces (seguro que así será).

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  2. espero que estés pensando en una buena nota jeje

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  3. Bueno he decidido Mateo comentar en tu blog ya que eres una gran persona y haces unas reflexiones excelentes (mas vale comentar tarde que nunca jeje)

    Bueno es una disertación muy buena, tienes unos ideales firmes y los defiendes con mucha solvencia pero yo no pienso igual que tu. Para mi el conocimiento no conduce a la felicidad, creo que es mas bien al contrario, me explico, pongo un par de ejemplos para que se me comprenda.
    Los niños, ellos no poseen muchos conocimientos, ignoran la mayoría de las cosas que pasan a su alrededor pero son muy felices, mucho mas que nosotros.
    Y otro ejemplo mas especifico, un enfermo terminal, seria mas feliz si le dijesen que le queda una semana de vida o si ignorase el alcance de su enfermedad y creyese que se puede salvar.
    Bueno esto es mi opinión, no digo que sea lo cierto.
    Un saludo y sigue así Mateo, llevas un gran blog y defiendes tu forma de pensar de forma respetuosa.

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  4. Por dios... Que manera tan detestable de hacer la pelota.

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  5. ¿Hacer la pelota? Disculpa si sabes leer veras que siempre digo que no suelo compartir su punto de vista excepto en muy contadas ocasiones pero eso no quita con que me parezca que defiende su opinión con mucha destreza. Y eso añadiendo que no es una opinión facil, ya que es mas comun ser ateo y criticar la iglesia a ser catolico y defenderla. O asi pienso yo. Un saludo

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  6. En realidad no afirmo que siempre el conocimiento lleve a la felicidad. He llegado a la conclusión de que sí que puede, pero no en todos los casos, por eso he dividido el conocimiento en cinco grandes grupos. Por otro lado depende también de la actitud que tengamos frente a ese conocimiento. Por lo tanto no creo que estemos en total desacuerdo.
    Por otro lado, es cierto que un niño es feliz en la ignorancia. Pero, bajo mi punto de vista sé es más feliz cuando se llega a una madurez mental y se es cosciente de las cosas, siempre que se tenga una actitud optimista y valoremos más las cosas buenas que las malas.
    El enfermo, como digo en la disertación, seguramente no sea más feliz sabiendo que pronto morirá. A partir de ahí se puede discutir sobre si la verdad es más importante que la felicidad.
    Es todo muy complejo y he tenido que hablar mediante generalizaciones, por eso seguramente se me escapen muchos casos.
    Gracias por tu aportación y por tu valoración positiva de mi actitud.
    Un abrazo.

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